Alejandro: desafío a la muerte
La
impresionante historia de un niño puertopadense de 7 años a punto de ahogarse
con un cuesco de ciruela.
En el comienzo de la tarde del miércoles 22 de marzo, un
suceso conmocionó a vecinos de San Manuel; un pequeño de 7 años estaba ahogándose con un cuesco de
ciruela. La noticia corrió de boca en boca y cada quien salió a ver cómo podía
ayudar. En el Puesto Médico de la localidad, profesionales de la Salud dieron
los primeros auxilios, los cuales posibilitaron garantizar la vida de Alejandro
Espinosa Hernández, alumno de primer grado de la escuela primaria Manuel
Ascunce Domenech. Al aviso de emergencia el SIUM se activó y en cuestión de
escasos minutos trasladó al paciente al hospital general docente Guillermo
Domínguez López, de Puerto Padre.
Ya en la institución sanitaria, el personal asumió el
desafío a la muerte. Primero quienes en cuerpo de guardia con el cirujano José
Manuel Martin Hidalgo, al frente corroboraron la gravedad y luego los que en el
salón de operaciones intervinieron al paciente. Así como en San Manuel,
trabajadores del hospital, ajenos a la asistencia médica, ayudaron, por ejemplo
el jefe de cocina tomó en brazos a Alejandro y corrió rumbo al salón, poco
antes el camillero le auxilió y sin detener la marcha entregaron al niño al
equipo multidisciplinario.
Llegó a la unidad quirúrgica cianótico, casi sin respirar,
contó la doctora Yamila Diéguez Ávila, especialista en Otorrinolaringología,
quien lo recibió.
Las miradas de
instrumentistas, doctores y enfermeras se cruzaron y una decisión primó:
salvarlo. En la institución desde hace algunos años no se operan menores de 18
años, pero si no lo hacían eran pocas las probabilidades de que Alejandro
llegara al hospital provincial. La pericia y valentía del colectivo se impuso
una vez más.
Sin titubear el anestesiólogo Osmel Cordero, apoyado en la
colega Nielvis Sastre Matos acometió el suministro de medicamentos y chequeo de
signos vitales, entre los dos entubaron y estabilizaron a Alejandro para que el
otorrinolaringólogo Nodiel Sobrecuevas realizara la broncoscopia, un método
poco usual en situaciones de emergencia, en la que peligraba la vida del
paciente.
Se sabía del cuerpo extraño en las vías respiratorias, pero
el lugar exacto no, por eso la broncoscopia era la vía certera, dijo sosegado
ya Nodiel, y agregó, decidirlo no fue difícil, sino ejecutarlo en un paciente
que ya tenía un pulmón sin funcionar y estaba prácticamente muerto. Cada
segundo contaba, lo que no dio cabida a pensar mucho, solo a extraer el cuesco
de ciruela en diminutas fracciones hasta completar la totalidad y sentir que el
pequeño reaccionaba por sí mismo como si nada hubiera pasado.
En manos de pediatras puertopadrenses Alejandro fue remitido
a la unidad de terapia intensiva del hospital provincial Mártires de Las Tunas
para el seguimiento posterior a la intervención quirúrgica, pero ya fuera de
peligro. Allí tuvo también esmeradas atenciones que permitieron su vuelta a la
vida sin más contratiempos que el susto del mediodía del miércoles 22 de marzo.
Nombres son muchos, diríamos una lista interminable, ellas y
ellos lo saben bien y sienten la dicha de haber salvado a Alejandro Espinosa
Hernández, por eso su mamá Aimí, junto al resto de la familia agradecen desde
lo más profundo. Ahora el pequeño corretea el barrio con la sonrisa pícara de
siempre y seguirá comiendo ciruelas porque son sus favoritas.
Por Rosa María Ramírez Reyes (Periodista de Radio Libertad)
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