La gloria de un campeón
La III Copa de Boxeo Teófilo Stévenson in Memoriam
honra por estos días en su tierra natal al más grande púgil aficionado de la
historia. El evento transcurre en la misma sala donde este hombre fenomenal
colgó los guantes, el 3 de julio de 1988, en el torneo internacional Córdova
Cardín.
En este trabajo quiero compartir algunos momentos estelares
del tricampeón olímpico y mundial, quien, durante su carrera, ganó 301 peleas,
perdió solo 20 y salió vencedor en 11 ocasiones de las 12 en que enfrentó a
boxeadores norteamericanos especialmente preparados para derrotarlo.
AMIGO DE PRESIDENTES
La notoriedad de Teófilo Stévenson saltó sobre las 12
cuerdas del ring para mostrar credenciales en casas de gobierno de numerosas
capitales del planeta. No fueron pocos los dignatarios que blasonaron de su
amistad. Varios de ellos lo recibieron con admiración y sin protocolo.
Uno de esos líderes fue el mítico Nelson Mandela, primer
presidente negro de Sudáfrica. El diplomático cubano Ángel Dalmau devino
testigo excepcional de aquel encuentro:
«En noviembre de 1994 presenté mis cartas credenciales como
primer Embajador de Cuba ante el Presidente de la Sudáfrica recién liberada del
infame apartheid. En aquel breve acto, Mandela me formuló tres preguntas: ¿Cómo
está Cuba? ¿Cómo está mi hermano Fidel? ¿Cómo está Teófilo Stevenson?
«Meses después, el campeón viajó a Sudáfrica a un curso de
la Asociación Internacional de Boxeo. Contacté con un ayudante de Mandela y se
propició un encuentro entre ambas personalidades. Cuando lo vio, el africano
avanzó hacia el cubano con los brazos abiertos. «¡Teófilo!», exclamó.
«Dialogaron en inglés por un buen rato. Al final, Mandela,
que había sido boxeador, le pidió al criollo hacerse una foto juntos. "Es
para mostrársela a mis nietos. Porque, de lo contrario, no me creerían que
conversé a solas con el mejor boxeador amateur de todos los tiempos"», le
dijo.
TERMINAR DE PIE
Los Juegos Olímpicos celebrados en la ciudad de Moscú, en
1980, ratificaron la supremacía absoluta de Teófilo en la división de los pesos
completos. Era su tercera cita estival consecutiva y, desde que sonó el primer
campanazo, el gigante del central Delicias convenció a los expertos de que
venía decidido a conquistar su tercera joya dorada.
Debutó con nocao en el asalto inicial frente al nigeriano
Salomón. Luego vino el polaco Grzegorzi, a quien anestesió en el tercero. El
húngaro Levai no le presentó pelea y se dedicó a correr. El criollo lo venció
por decisión unánime. El magyar, por cierto, le interrumpió una racha difícil
de igualar: 10 peleas al hilo ganadas por fuera de combate.
Su rival por la medalla áurea fue el soviético Piotr Zaev.
Aunque no lo pudo tirar a la lona por la cuenta definitivo, Teófilo lo dominó
sin problemas. Tan pronto sonó el último gong y el árbitro los llamó al centro
para anunciar el veredicto de los jueces, Zaev comenzó a festejar por todo el
ring. Pero no por creerse vencedor, sino por haber terminado de pie frente a la
letal pegada del cubano.
Con esta tercera guirnalda olímpica, Teófilo emparejó la
hazaña del húngaro Lazslo Papp, quien ganó en los juegos de Londres 1948,
Helsinki 1952 y Melbourne 1956. Pudo haberse agenciado una cuarta medalla
dorada en Los Ángeles´84. Pero Cuba no asistió en solidaridad con el campo
socialista
LA ESPERANZA BLANCA
Con apenas 19 años de edad, Teófilo fue nuestro
representante en la división de más de 81 Kg. a los Juegos Panamericanos de
Cali, Colombia, en 1971. Allí su falta de experiencia se combinó con la calidad
del norteamericano Duanne Bobbick, quien llevaba una cadena de 62 victorias
sucesivas y solo esperaba el laurel olímpico para saltar al profesionalismo. El
yanki lo derrotó por cerrado 3-2.
El triunfo de Bobbick en la lid continental provocó que la
prensa deportiva estadounidense se diera en llamarlo «La Esperanza Blanca».
Añoraba que mantuviera el poderío de su país en la división máxima del
pugilismo mundial. Con esa etiqueta llegó él a los Juegos Olímpicos de Munich.
Allí lo esperaba Teófilo para tomarse la esperada revancha.
Pelearon el 5 de septiembre. Andrei Chervonenko, el técnico
ucraniano que lo asistió en la esquina, vio el pleito así: «Teófilo comenzó con
seguridad. Pero en el segundo round permitió que su rival combatiera de cerca.
En el descanso le hablé con energía: "pareces el peor pugilista del mundo.
¡Mantenle la distancia! Tírale directos y vencerás".
«Teófilo entendió y empezó a tirar golpes rectos. Al rato,
el ojo izquierdo de Bobbick quedó cerrado. Luego le ocurrió lo mismo al ojo
derecho. El norteamericano cedió en su ritmo hasta que lo alcanzó aquel
terrible derechazo. Se desplomó como si le hubieran dado con una pala en las
piernas. A la tercera caída, el árbitro detuvo la pelea».
SU ÚNICO VERDUGO
Teófilo intercambió golpes con los mejores púgiles de su
época. Uno de ellos radicaba... ¡en su propio país! En efecto, el vueltabajero
Ángel Milián le resultó siempre un contrincante escurridizo. Con él sostuvo
peleas dignas de la más exigente antología del boxeo. Su rivalidad llegó a
extremo tal que dos veces les fueron entregadas a ambos sendas medallas de oro
para evitar que se enfrentaran.
Sin embargo, no fue el guapo pinareño su verdugo, sino un
desconocido de fuerte punch y escasa técnica: el soviético Igor Visotsky,
quien, por cierto, nunca fue el número uno de su país. En dos ocasiones el
sorteo los puso a pelear y siempre los jueces le levantaron el brazo al
europeo. Los combates fueron en el Giraldo Córdova Cardín de 1973, y en un
torneo internacional en Minsk, Belarús, en 1976.
Teófilo y Visotsky establecieron una gran amistad. Un día,
durante la emisión por Radio Rebelde del programa Pasaje a lo Desconocido,
Taladrid le recordó al cubano aquellas dos derrotas. Y el campeón le contestó,
jocoso: «Ahora Visotsky es dueño de una cadena de gimnasios en Rusia. Todos los
años me invita a mí y a mi familia a pasar las vacaciones allá. Entonces, dime,
¿quién perdió? ¿Él o yo?»
Al ser entrevistado en el 2006, Visotsky declaró que nunca
había visto un púgil similar a Teófilo. «Aún hoy creo que es el mejor boxeador
amateur de todos los tiempos y todas las civilizaciones", agregó aquella
vez. Y al enterarse de su deceso, aseguró: «Primero fuimos rivales en el ring.
Luego nos convertimos en amigos y hermanos en la vida».
LA PELEA DEL SIGLO
Durante mucho tiempo se manejó la idea de enfrentar a
Teófilo Stevenson y al norteamericano Muhammad Alí. Ambos eran considerados en
la época los mejores pesos completos del mundo: el nuestro entre los
aficionados y Alí entre los rentados. La Federación Cubana aceptó consumarla,
siempre que el criollo no perdiera su status de púgil amateur.
Así, en la asamblea anual de la Asociación Internacional de
Boxeo Aficionado (AIBA), en 1977, Cuba propuso montar cinco peleas en varias
ciudades de Estados Unidos. Tendrían tres asaltos y estarían dirigidas por un
árbitro de rango internacional. Si un campeón noqueaba al otro, terminaba el
match. Pero la AIBA rechazó la sugerencia cubana.
Al año siguiente, la AIBA cambió de parecer y dio su visto
bueno a lo que ya comenzaba a llamarse «La Pelea del Siglo». En octubre de
1978, el promotor Ben Thompson quiso convencer a Alí para que firmara un
contrato para efectuar el posible match a partir del 28 de febrero de 1979. Si
aceptaba, ganaría una bolsa de tres millones de dólares.
Alí no solamente rechazó de plano la propuesta cubana, sino
que puso sobre el tapete la suya: exigió que no fueran cinco peleas, sino una
sola y a 15 asaltos. La Federación Cubana de Boxeo le hizo entonces una
contrapropuesta: en lugar de cinco combates de tres asaltas, que efectuaran
fueran tres a cinco asaltos. Pero Alí nunca respondió.
Tempo después llamó por teléfono a Teófilo y se excusó. «Si
peleaba con amateur como tú no tendría nada que ganar, pero si mucho que
perder», aseguró. Alí le ofreció a Teófilo una compensación monetaria por haber
declinado la pelea, pero el cubano la rechazó. «No necesito dinero», le dijo.
En fin, que el añorado combate nunca tuvo lugar. ¿Quién
hubiera ganado? Teófilo ha dicho: «habría sido un empate». Alí ha declarado lo
mismo. En septiembre de 1998 visitó Cuba y se abrazó con Teófilo, su gran
amigo.
RECONOCIMIENTOS Y DISTINCIONES
Pero no solo fueron preseas y coronas las que exaltaron su
currículo en los más exigentes eventos. Prestigiosas instituciones también lo
distinguieron en varios momentos de su carrera. Es que Teófilo, amén de un
campeón sobre el ring, fue un auténtico caballero fuera del encerado.
El Comité Olímpico Internacional lo seleccionó entre los 10
mejores deportistas estivales del siglo XX. La UNESCO le confirió dos veces el
Premio Fair Play, por su limpia ejecutoria en el cuadrilátero. Su nombre y foto
figuran en la página 143 de «Hechos y figuras», en la Enciclopedia de Boxeo,
editada por Gilbert Odd. En Cuba, una encuesta popular lo eligió como el Atleta
del Siglo XX en la isla.
Su estilo depurado, su esbelta figura y su pegada descomunal
hicieron que Enmanuel Steward, laureado entrenador norteamericano y miembro del
Salón de la Fama, dijera una vez: «Teófilo Stevenson es el peleador más
perfectamente balanceado que yo haya visto jamás».
Teófilo Stévenson falleció en La Habana, el 11 de junio de
2012, a la edad de 60 años. Una frase suya, cuando un promotor intentó captarlo
para el profesionalismo, forma parte del patrimonio ideológico nacional: «No
cambio todos los millones del mundo por mis ocho millones de cubanos».
Tomado de 26 Digital
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