¿Aborígenes en Las Tunas?
El implacable exterminio al que fueron sometidos los primeros habitantes de Cuba impidió que transmitieran su legado a la posteridad; sin embargo, la toponimia, los hallazgos arqueológicos, el arte y la tradición han permitido llenar esos espacios, e incluso proporcionar respuestas allí donde la ciencia se detiene.
Las Tunas es una localidad que puede dar fe de ello. El imaginario popular está lleno de leyendas que tienen como protagonistas a indoamericanos, entre estas el mito del Jinete sin cabeza o Caballo blanco.
Se dice que los españoles realizaron una matanza de indios en Cueybá en la que fue decapitado el cacique de la tribu, y que desde entonces, como presagio de desastres en la localidad, por las noches se pueden escuchar los pasos de un corcel blanco a cuyas crines va aferrado un aborigen decapitado.
La leyenda está presente en el imaginario popular de los tuneros y un mural pictórico de Rogelio Ricardo, hace referencia a ella, sin embargo resulta paradójico que en una ciudad, conocida como Capital de la Escultura Cubana, no existe un emplazamiento monumental que evoque esta tradición.
Una suerte distinta han tenido leyendas como las de la disputa entre los caciques Maniabo y Jibacoa, eternizada en la pieza tridimensional Cabezas contrapuestas, de José Fuentes, ubicada a la entrada de la finca El Cornito.
De igual forma, Rita Longa, Premio Nacional de Artes Plásticas, emplazó la ciudad el complejo Fuente de las Antillas, en la que evoca el mito de la fundación del Mar Caribe y sus islas.
La leyenda tiene múltiples versiones, una de ellas habla del cacique Jaias, quien, al morir su pequeño hijo, optó por conservarlo en su bohío dentro de una calabaza. Cierto día, cuatro jóvenes curiosos abrieron el singular sarcófago y, para su sorpresa, salieron al exterior peces y agua, con lo cual, según el referido mito, surgieron Las Antillas.
Otras esculturas evocan la iconografía aborigen en el territorio, entre ellas el Hacha petaloide, de Herminio Escalona, y Columna taína, de Pedro Vega, ambas ubicadas en El Cornito.
La literatura local también exploró este legado precolombino. En el siglo XIX Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), encabezó un movimiento conocido como Siboneyismo, el cual utilizaba nombres y mitos aborígenes para expresar la naciente identidad nacional.
Nápoles Fajardo es considerado el poeta bucólico cubano más importante de la centuria decimonónica y a su autoría pertenecen décimas harto conocidas entre los cubanos, como la que describe el idilio entre Hatuey y Guarina.
La toponimia también trae referentes aborígenes entre ellos Yariguá, Cabaniguán, Maniabón, Maboas, La Canoa, y Majibacoa, este último formado por la unión de los nombres Yaíma y Jibacoa, protagonistas de otra leyenda que vincula a un oficial español enamorada de la india cubana.
Más allá de estas manifestaciones, en el territorio que hoy ocupa la provincia de Las Tunas, existen evidencias de la presencia aborigen. De acuerdo con investigaciones lo que hoy es el municipio de Puerto Padre, convivieron varios grupos aborígenes con desigual desarrollo social, quienes dejaron vastas evidencias de sus actividades productivas y creencias.
Estudios sobre el tema y evidencias materiales han confirmado la presencia en esta zona de grupos humanos pertenecientes al tronco de los aruacos, quienes llegaron al lugar siglos antes de la colonización europea, provenientes de América del Sur.
Cayo Puerco constituye el sitio más destacado por el descubrimiento de un cementerio aborigen en el que se encontraron restos humanos, herramientas y fósiles que permitieron conocer sobre las costumbres de los antepasados.
El territorio ha sido explorado por importantes historiadores y arqueólogos cubanos como Juan Andrés Cué, Felipe Martínez, Fernando García Grave de Peralta y otros grupos de estudiosos.
Gran parte de los hallazgos están conservados en el museo municipal, donde radica además un grupo de arqueólogos denominado Atabex-Maniabón, el cual realiza expediciones periódicamente y contribuye a la divulgación de estos conocimientos entre el público.
Un proyecto sociocultural denominado Guardianes del tiempo, contribuye a este empeño en una comunidad situada en las riberas del río Chorrillo, la cual está asentada precisamente sobre lo que se cree fue una aldea aborigen.
A todo ello hay que agregar que un reciente estudio genético de la Universidad Complutense de Madrid, determinó que alrededor del ocho por ciento de la población cubana posee en su ADN genes pertenecientes a la población aborigen anterior a la de la llegada de Cristóbal Colón, lo que revela la vigencia de un tronco cultural y biológico que creíamos olvidado.
Quizás ya sea necesario transformar la frase popular que reza "Aquí el que no tiene de congo, tiene de carabalí" y agregarle que también puede tener de taíno.
Tomado de 26 digital
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