“La boca” se desborda
● Después de dos intensos meses se despide el verano 2014 y
qué mejor para hacerlo, que con un buen
chapuzón en el tramo de playa más codiciado por los tuneros
Vivimos días muy fogosos, con temperaturas que han superado
los 34 grados centígrados. No es
menos cierto que este intenso calor
provoca que estemos más irascibles, pero también produce un aumento del nivel
de sensibilidad, que nos lleva a contrarrestarlo disfrutando del campismo, o de
las bondades de los ríos y las playas.
“La Boca”, es el pedazo de nuestra geografía al que más
acudimos los tuneros durante el verano para revertir las altas temperaturas y
darle a nuestros cuerpos el placer de disfrutar de un paradisíaco tramo de arena blanca y aguas cristalinas.
Una especie de alquimia viva, que seduce y encanta.
Situada en los 21° 10´ 52´´ de latitud norte y 76° 32´ 44´´
de longitud oeste, en la misma entrada
de la bahía de Puerto Padre, es esta una
de las playas más privilegiadas, entre
las cerca de 300 que distinguen al archipiélago cubano.
Las primeras
evidencias en la zona –según la enciclopedia online EcuRed- se remontan a los años anteriores al
encuentro de 1492, pues en las mediaciones del lugar se localizaron
asentamientos aborígenes, con un sitio agro-alfarero denominado El Raíl.
El historiador de la Villa Azul, Ernesto Carralero Bosch,
argumenta, que en segunda y tercera décadas del siglo pasado, ya era más
notoria la presencia humana, y aparecen
los primeros inmuebles, pero que no es hasta los años 50 que toma auge
la actividad turística aquí, con la frecuente visita, durante los meses de
verano, de puertopadrenses, de tuneros
y de muchas familias del lejano
Camagüey.
De entonces la fecha este tramo de playa amplio y magnifico
cautiva a miles de personas. El 2014 no
ha sido una excepción. Día a día el lugar
se desborda de multitud, calor humano, alegría y satisfacción.
Al unisonó del enjambre humano que da vida y color al tramo,
y como es típico de estas zonas, hay un entorno inestable que expone a las
plantas y animales que lo habitan a condiciones dinámicas, siempre cambiantes.
Sin embargo, esos patrones cíclicos diarios y estacionales proporcionan a
numerosos organismos vegetales y animales una fuente de alimentación y refugio.
Llama la atención como algunos pequeños animales hurgan en
la arena y se alimentan del material depositado por las olas o por los
desperdicios que arrojan los vacacionistas. Es común encontrar cangrejos,
insectos, pequeños pájaros, y las gaviotas en su ir y venir sobre las azules aguas.
En las costas, a ambos lados del canal, de casi 300 metros, y señalizado por un
sistema de balizas para el tráfico de buques,
predomina el mangle. Y allí donde el mar parece llegar a su fin iracundo
y espontaneo están algunos pescadores
con sus largas varas, muchas improvisadas, intentando alegrarse la jornada.
El mundo aquí sobre y
fuera del mar también tiene su magia;
desde jugar, retozar y flotar sobre estas
cálidas aguas, hasta practicar deportes en la arena, bailar o degustar una de las tantas ofertas
que particulares y unidades estatales
han puesto a disposición del visitante.
La canción del verano en muchos países de Iberoamérica está
por doquier. Enrique Iglesias, Descemer Bueno y Gente de Zona con su
“Bailando”, ponen en movimiento a una multitud, en su mayoría joven, que a la par de un chapuzón, mueven con ritmo
sus cuerpos.
“Es verdad que es una oportunidad única para divertirse en
familia, comenta uno de los bañistas, hay buena variedad de comestibles, muchos a precios elevados, pero de una manera
u otra se pasa maravilloso, y es un cambio
que le das a tu organismo que te lo agradece para continuar con la
rutina diaria.”
Y aunque este litoral es hoy
un tanto diferente al de ayer, y al que será en un mañana, -debido al permanente cambio
que está sujeto, por la acción del oleaje, del viento, de los eventos climatológicos y la actividad del
hombre-, no hay dudas que en la playa La Boca se vive el verano y se desafía
el intenso calor.
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