Tesoro en Monte Cabaniguán
Aquella calurosa tarde de mayo Mabel Domínguez, promotora
ambiental de Monte Cabaniguán, área protegida ubicada al sur de Las Tunas, decidió que debía darle solución definitiva a la caza de
aves con tirapiedras, lo cual se había convertido en serio problema ecológico.
En la cartulina dibujó la jaula y el tirapiedras dentro de
la diana, entre sus colegas hizo la colecta de libros para dibujar, juegos de
mesa y documentos ambientales, abrió su sombrilla y comenzó a recorrer la
comunidad de Zabalo, situada dentro de la zona protegida.
"Yo quiero ver si realmente ustedes tienen tan buena
puntería como para andar por ahí cazando pajaritos" -recuerda haberles
dicho a los infantes y jóvenes que acudieron a la cita, quienes después de
reñida competencia de tiro al blanco se llevaron a casa nuevos medios para
disfrutar del tiempo libre y el ejemplo de la mujer perseverante que ama a la
naturaleza.
Hoy los niños van al bosque a proteger la flora y la fauna,
además de que participan en expediciones científicas mediante los conteos de
nidos y ejemplares para conocer el estado de las poblaciones de las 16 especies
de aves endémicas que habitan Monte Cabaniguán, casi el 60 por ciento del total
de las existentes en el país.
La anécdota de Mabel evidencia los principales retos de los
especialistas de educación ambiental de esta área protegida, quienes deben
promover la explotación sostenible del ecosistema enfrentando costumbres de
fuerte arraigo cultural, desconocimiento y la presión constante de agentes
externos que pretenden lucrar con los valores naturales.
Yania Borrego, quien por siete años se ha desempeñado como
gestora ambiental, explica que en la zona se implementan 14 proyectos con el
objetivo de preservar y manejar de forma sostenible los recursos, para lo cual
se realizan conferencias, concursos, festivales de observación de animales y de
reforestación.
La mayoría de los habitantes de las comunidades cercanas
-dice- viven de la caza, la pesca y la producción de carbón, por lo cual
tratamos posean toda la información necesaria y aprendan a utilizar lo
necesario y protejan lo demás, para que en el futuro puedan disfrutarlos sus
descendientes.
Entre los logros más significativos de esta experiencia se
encuentran el control de las colonias de marabú, especie invasora que ahora se
emplea como combustible, y el rescate de las poblaciones de carpintero
churroso, ave endémica de hábitos muy raros y en peligro de extinción.
Richard Olano, especialista de áreas protegidas de Las
Tunas, asegura que en Monte Cabaniguán han surgido valiosas experiencias para
generalizar en otros ecosistemas del territorio, sin embargo, considera que la
educación ambiental debe dirigirse de forma más intencionada a los directivos y
los productores.
"No se trata de prohibir el uso de recursos vitales para
la supervivencia de las comunidades -asevera Olano-, sino de lograr su
explotación sostenible mediante prácticas amigas de la naturaleza y ejemplo de
ello es la explotación turística de los atractivos de esta zona."
En Monte Cabaniguán está el mayor criadero de cocodrilo
acutus o americano de Cuba, existe uno de los pocos ecosistemas del Caribe que
conserva poblaciones jóvenes de mangles y habitan especies endémicas en peligro
de extinción como la jutía y el carpintero churroso.
Los hombres y mujeres quienes se empeñan en proteger esta
riqueza para legarla a sus descendientes, lanzan su mensaje a quienes discuten
en Río de Janeiro ese futuro: hay tesoros tan valiosos que no se pueden medir
en dinero.
Tomado de 26 Digital Por José Armando Fernández Salazar (AIN)
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